De nuestro puño y letra

PRESENTACIÓN

En esta página encontraréis la parte más sensible y profesional de nosotros ( Fran y Mariajo). Queremos compartir con todos los blogueros nuestros artículos, crónicas, entrevistas...así como hallazañas y experiencias que se nos vaya pasando.
En esta sección del blog nos abriremos con vosotros y nos daremos a conocer como futuros periodistas.
Espero que podamos subir la mayor información posible, eso augurará buen camino en este recorrido por ser meros informadores y comunicadores.

Ahora os toca a vosotros. Aportar  vuestro granito de arena.
Y como decía Aristóteles:


"El que posee las nociones más exactas sobre las causas de las
cosas y es capaz de dar perfecta cuenta de ellas en su enseñanza,
 es más sabio que todos los demás en cualquier otra ciencia".



CRONICAS MUNDANAS

CRÓNICA DE UN VIAJE PACIENTE O HISTORIA DE UN VIAJE INTERMINABLE 


Llego, quizá por primera vez en mi vida, con enorme tiempo de antelación a mi puerta de embarque. Pero para mi decepción no soy el primero. -Algún día lo seré-, pienso con fe infantil, en esto o en aquello. La primera y grata sorpresa que se me tiene preparada son los asientos. Los de esperar, que siempre se me hacen incómodos, me acogen con asombroso confort mientras me tumbo a leer cosas sobre James Joyce, Dublín y algunas complicaciones del amor. Tras 20 o 30 páginas cambio mi posición y entro de lleno en un estado de letargo, muy suave, que este mismo fin de semana aprendí a controlar y que me encanta. 

En la mejor de mis ensoñaciones nos llaman a filas desde el altavoz. -¡Sí, señor!- Me da por pensar. Y de inmediato me veo alli de pie, como un zombi automatizado, en la encrucijada de una fila que se parte en dos, con el muerto viviente protagonizando su centro. Una empleada viene a poner orden en una cola que está rota y en el proceso de reorganización me veo siendo defendido por dos mujeres, en dos ocasiones. -Este chico iba antes-, dicen, y me miran. -Él estaba a nuestro lado también-, le replican a mi supuesto agresor mientras me vuelven a dirigir otra mirada que, con más intensidad, parece que espera mi reacción.

 Yo me limito a sonreír muy levemente y asiento con la cabeza. Me doy cuenta de que hace ya largo rato me olvidé de hablar. -Tú me tienes que querer. Lo demás da igual-. Decía el libro de mi letargo. En verdad todo aquello no me importaba lo más mínimo. Pensaba si mis dos defensoras creerían, por mi silencio, que no hablaba su misma lengua. Y por un segundo me asaltó un ligero y absurdo placer el hecho de que me consideraran extranjero, no yo, sino otro. Placer, supongo, de sentirnos diferentes entre iguales. Por suerte al dedicarle un segundo pensamiento dejó también de tener importancia. Sobre todo al echar la vista abajo y toparme con el libro, en perfecto castellano, que sin darme cuenta andaba leyendo desde que me convertí en zombi.

 La más joven de mis dos guardianas comentaba que los españoles son muy católicos, pero de boquilla. - Esto se pone interesante-, pienso. Me obligan a dejar el libro y escuchar. Hablan de lo que tiene y de lo que le falta a Polonia. Ponen y quitan como si poner y quitar fuera una tarea tan nimia. -Yo, si no os importa, voy a dejarlo todo como está-. Rebota en mi mente y quiero decirlo, pero no sé hablar.

Ya en el avión comprendo que mi destino inmediato, el de hoy, es el centro. Estar en el medio de filas anormales de personas, o, como ahora, de asientos. A mi derecha un hombre polaco gigantesco y de gesto cansado. No necesita dormir, porque cuando uno está cansado de vivir, no hay sueño que lo repare. A mi izquierda una chica cuyos íberos rasgos me hacen dudar, pero que me despeja la incógnita ipso-facto al formar frente a ella una cruz imaginaria un instante antes del despegue. No puede ser española, eso está claro. Y esta lección vital se la debo única y enteramente a la más joven de mis defensoras. Mereció la pena, al fin y al cabo, soltar el libro por un rato. 

Todo esto me recuerda que yo también tengo un ritual pre-despegue, casi lo olvido. El avión empieza a “avanzar” y abro la novela por una página al azar. La misión de mis ojos ahora es posarse sobre una posible frase de cierre. ¿Quién dijo que la muerte no puede ser coqueta y querer adornos? “Son muy raros los locos- dice Celia-. Pero interesantes, ¿verdad?” Ésta sería adecuada, precisa diría yo. Pero no sirve porque aún sigo vivo. Lo sé porque puedo ver las nubes desde arriba. 

De pronto retiro la vista y nos odio a todos. Colosal osadía solo atribuíble al Hombre, la de colarse en este rincón prohibido y dedicarse a observar la parte alta de las nubes, desafiando a los demás seres que sin forzarlo sí se ganaron estar ahí. No lo digo yo, lo dicen sus alas. Este pensamiento me produce tristeza y me cansa. Dejo entonces caer mi cabeza sobre el asiento más incómodo de la historia de los asientos y mi visión, ligeramente inclinada hacia arriba, queda enfocando dos botones en el techo, sobre la cabeza del siguiente pasajero. 

Uno contiene la silueta de una bombilla. -No necesito más luz-, pienso. El otro un dibujo de lo que parece ser un camarero o un azafato portando una bandeja con un vaso. Doy por hecho que será un hombre porque el dibujito no tiene pelo y, no sé a los demás, pero a mí en el colegio me enseñaron a distinguir entre dibujos de chicos y dibujos de chicas primordialmente por el pelo. Pienso entonces en pulsar el botón y ver a ese hombre comprensivo aparecer para preguntarme: -¿Qué desea tomar, señor?-, a lo que responderé: - En realidad no quería tomar nada, le he llamado porque me sentía muy solo-. Pero, no sabiendo muy bien el por qué, no lo hago y todo queda dentro de mi cabeza. 

Sigo entonces solo y creo avanzar. Siento como el avión va dejando atrás unas coordenadas para saludar otras nuevas. Es ahora cuando alcanzo a comprender (y me hace gracia haber tenido que subir tan alto para ello), dos cosas: 

La primera es que es cierto algo que se me dijo este mismo fin de semana: - Si te fijas bien, resulta que al final absolutamente todo en la vida son líneas. Míralas, están por todas partes-. Incluidas estas coordenadas que me empeño en desordenar.

También he caído en la cuenta, y he aquí la segunda, de que es mentira que estemos avanzando, ni el avión, ni yo, ni nadie. El avance no existe. El Mundo es demasiado redondo.

Ansío el momento


Miles de kilómetros nos separan. Hoy tengo el mismo miedo que ayer, y seguramente el de mañana, si estoy aún vivo. Nuestro amor está presente, cada minuto es un desafío para mí, y cada día, alegría para los dos. Ansío el momento de volver a verte, regocijarme en tus melosos y tiernos labios. Ansío el momento de que tu carmín me pertenezca, recorra grieta a grieta los míos, rugosos y secos. Fríos, así son en este momento, deseando que puedan ser avivados por ti, amor mío. Desgraciadamente ese momento aún debe esperar, mi actuación  en estos instantes sabes que es obligatoria. Duermo cada noche abrazado a una áspera almohada que he bautizado con tu nombre, Lucía. Tiene una hendidura profunda. Imagino que es la silueta de tus labios y me produce una amarga sensación de felicidad, que me recorre la piel. Antes de acostarme la beso, la impregno de saliva  imaginándome que eres tú quien los corresponde, pero no. Duele no poder abrazarte, duele no recibir nada a cambio. Apago la luz de mi lamparita, me arrodillo ante mi dura cama, junto mis manos y rezo. Susurro las oraciones que aprendí en el colegio, hace ya bastantes años de aquello y  muy presentes en estos momentos. Lo hago con tanta fuerza, que mis manos quedan impregnadas de sudor, ese sudor que se desliza sobre mis muñecas. Le pido que me cuide, que cada día pueda estar de nuevo delante de la cama para hacer lo mismo, que te bendiga y te proteja.  Pero siempre pensando en ti, en ese momento para abrazarte, para besarte. Pido que esta dura experiencia acabe pronto y contarte a lo que me enfrento día a día. Es difícil exponer el cuerpo a punta de pistola, o algún artefacto que te haga desaparecer por un instante. Tranquila, soy fuerte. Tú mejor que nadie sabes lo que significa para  mí vestir bajo uniformes de tonalidades verdes. En el corazón está grabada mi bandera rojigualda. No hay palabras para describir esta situación, ese día llegará y compartiré mis vivencias contigo. Significará que estás a mi lado y que este infierno llega a su fin. Unos meses nos quedan para el ansiado momento. Ese día estarás allí, recibiéndome como un campeón, como un luchador, que se jugó la  vida por su país. Obtengo la mejor recompensa, y esa eres tú. En tus ojos leeré tu sentimiento, y en tus labios los afirmaré.  Ahora toca esperar.
Te Quiero: JESUS
AFGANISTAN, 13 DE MAYO

P.D: Este relato fue presentado en el concurso de relatos breves: " Beso de Rechenna", consiguiendo  buenas críticas y buen resultado por parte del jurado.


La isla del Beso

Allende los mares, camino mi soledad, otrora ausente. Camino a sabiendas de que volveré sobre mis pasos baldíos una y otra vez, más tarde o más temprano. Lanzo aullidos errantes al viento tembloroso y lloro desesperado a ese gran día que se va, porque los dos sabemos que no volverá. En la copa jerárquica de la Amistad hallo la veteranía, sus mil novecientos ochenta y cuatro árboles y sus mil novecientos ochenta y cuatro nombres. Escritos quedan. Raíces que me instruyen y aconsejan, refugiadas bajo su eterno pretexto de la experiencia. La memoria es mi fiel compañera, pero, en ocasiones, intento recordar cómo y por qué acabo aquí. La amargura del error, el delirio del saber. Es entonces cuando me abandona. Ella también se ha ido. Estoy solo. La memoria es otra sirena varada, tan solo una más. Llorar no es una derrota, eso jamás, es otro paso firme hacia el triste camino de la Felicidad. Yo lo sé. Hace ya mucho tiempo de un jamás, que dejó de llover ´ahí fuera´. Hace ya muchas lunas que lanzo aquel vidrio de elixir perdido sobre la turquesa infinidad. Llegó tal día como hoy, sin avisar, y las aguas y el viaje se encargaron de despegar su añejo pasado. En la orilla la botella, en la botella un papel, en el papel una forma de carmín y en ese carmín, un beso. Solo me he atrevido a posarlo sobre mis áridos labios una vez. Nunca antes un beso supo ser tan apasionado, tan certero, afable y compasivo. Un beso, mi beso, que huele a roble y a península.
 No le importó aventurarse, ni le importó esperar. Un beso, nuestro beso, que es bohemio y supo madurar. Placer prohibido y etéreo. Descorcho su cuerpo los días de pleamar. Siempre había pensado que algunas personas son como pequeñas islas en un inmenso mar de dudas; y siempre había pensado que, por esas grandes personas, merecía la pena vivir. Ahora lo sé. Gasto pues mi vida en hacer lo único que podría: devolverlo. Todos los días y a la misma hora, con la complicidad y aquiescencia solar, lanzo la botella y mi espíritu. Ora bien, el problema es que ese beso me pertenece a mí. Sentencia que dicta el océano, sabio entre los sabios, y no mi egoísmo. Ahora la esperanza rige mi destino, hoy sé que mi destino es besar. La corriente no podrá ir en nuestra contra eternamente, sé que la corriente cambiará. Sentado y con paciencia teñida de vidrio oscuro espero mi momento, nuestro momento. Siento que está llegando, sé que llegará, mientras tanto, Amor mío, bésame.


P.D. Con este relato Fran tuvo el éxito en sus manos. Durante unas semanas estuvo entre los 10 primeros del concurso " El beso de Rechenna".
¡ ENHORABUENA!


Entrevista al escultor religioso GALO CONESA

La popular revista La Voz del Resucitado, en su edición de la Semana Santa cartagenera de 2011, publica una extensa entrevista a Galo Conesa, firmada por la compañera  Mª José Ayala.

Aquí podeís leer la entrevista versión online




Mariajo realizando la entrevista a Galo Conesa en el taller del artista ubicado en La Unión